domingo, 30 de junio de 2013

0 comentarios domingo, 30 de junio de 2013, 0:59
Francisco M. Navas [colaboraciones].-

Pronto se han desvanecido las esperanzas despertadas por el repentino y prematuro anuncio de José Antonio Griñán de no presentarse como candidato a las próximas elecciones a la Junta de Andalucía. Pasado el primer desconcierto generalizado producido por la noticia, cada pieza va encajando poco a poco.

Siempre son de agradecer, tal y como está el patio, anuncios de este tipo, máxime cuando el desprestigio creciente ganado a pulso por la casta política de este país alcanza día a día cotas insospechadas. Lo malo del asunto es escuchar frases parecidas a aquello tan manido de  “savia nueva”, “regeneración política” o “relevo generacional” de la boca de una persona que ha convertido el ejercicio de la política en profesión durante cuarenta y dos años.

No debemos dudar, en principio, de la honestidad de la propuesta política formulada por Griñán. No obstante, su figura quedará para siempre como la del presidente que nunca ganó unas elecciones en Andalucía y que ha servido tanto para un roto como para un descosido en su larga trayectoria política.

Toda una vida dedicada al servicio público, aunque plagada también de buenos sueldos, de viajes pagados, de dietas interminables, de desempeño de funciones en todo tipo de responsabilidades y, por ende, de derecho a percibir una jubilación máxima en los tiempos que corren, lo cual no es moco de pavo, siempre que tras su marcha se decida realmente a jubilarse, lo cual no está nada claro, aún cuando en caso de ser así ello supondrá una merma considerable en sus ingresos en relación con lo que ahora percibe.

PALO EN EL AVISPERO

Todo lo que ha venido detrás ya suena a lo que, por desgracia, estamos acostumbrados. La noticia ha supuesto un auténtico palo a un avispero, y por ello me voy a permitir traducir las opiniones más significativas de sus compañeros y compañeras de partido al lenguaje cotidiano, porque creo que esa es la interpretación que la gente hace.

Desde Ferraz, lo de “una cosa es Andalucía y otra cosa es el diseño de la Comisión Ejecutiva Federal para el futuro PSOE” suena realmente a “no se vaya a creer éste que se va de rositas y encima nos va a dejar marcado el paso”.

Lo de Elena Valenciano, “Es bonito que convivan juventud y experiencia”, nos suena a “A ver si éste se cree que con sus ideítas de que hay que dejar paso a la juventud ahora expresadas tras cuarenta y dos años de chupar del bote, va a traer como consecuencia que todos y todas los que vivimos a cuerpo de rey en el partido nos vamos a ir a casita de hoy para mañana”

Y de fondo, la marejada de cabreo generalizado en todo el PSOE por la manera en que este hombre ha sacado los pies del tiesto, y la recolocación de todos y cada uno de los políticos andaluces del partido, sopesando posibles apoyos, posibles candidaturas, posibles y convenientes alejamientos personales.

Todo ello adobado con una premura inusual en los asuntos políticos, nunca en los de la ciudadanía, mediante la cual se pone en marcha la maquinaria del partido en Andalucía para, y lo dicen sin pudor, buscar cuanto antes una persona para la sucesión.

EL PSOE, ¿MONARQUÍA HEREDITARIA?

¿Sucesión? Pero, ¿en qué se ha convertido el PSOE? ¿En una monarquía hereditaria, donde uno se va y deja ya el nombre del heredero? Vergüenza me da sólo pensarlo. Ni una palabra de participación de las bases, tanto para aceptar o no la apresurada decisión del presidente como para votar secreta y directamente a la persona que debería representar a su partido en las próximas elecciones autonómicas.

Los militantes de base en cualquier partido, y desgraciadamente desde hace ya demasiado tiempo también en el PSOE, sólo sirven para pagar la cuota y levantar la mano de vez en cuando o votar secretamente propuestas y listas que vienen dadas desde arriba, siempre elaboradas por los pocos que manejan los hilos del poder en el partido en cada instancia.

A nadie se le escapa que gobernar en Andalucía con Izquierda Unida, que tiene hoy por hoy más de Unida que de Izquierda, debe ser un auténtico calvario diario. Porque convivir con un partido que lo mismo apoya a los socialistas en Andalucía que a los Populares en Extremadura, tiene castañas pilongas.

Acordémonos del cirio que montó en Chiclana con su expartido nuestro amigo José Butrón, o la deriva permanente de Ana Rodríguez, buscando más elevar sus ingresos personales (lo cual no deja de ser legítimo en una ideología de derechas pura y dura) que velar por la coherencia vital de su supuesta ideología de izquierdas.

LA POLÍTICA, UN CIRCO

Aún cuando un político nos sale mucho más caro que la beca de un alumno de cinco y medio, cuando la gente suspende con notas muy bajas a los políticos, sin conseguir que pierdan sus privilegios como el alumnado pierde las becas, no se equivoca, porque cada día, cada vez que se levanta una baldosa salen cuatro ratas. Esto funciona como un enorme circo donde nada es lo que parece.

Y con estas mimbres, no podemos esperar a corto o medio plazo ningún tipo de solución por parte de esta gente a los problemas cotidianos de la ciudadanía: trabajo, créditos, control fiscal efectivo, justicia rápida y eficaz, prestaciones sociales indispensables, enseñanza pública de calidad, sanidad pública universal y gratuita, políticas de igualdad de oportunidades, etc., etc., etc.

Cualquiera que me lea tal vez sólo vea pesimismo en mis escritos. Nada más lejos de la verdad: sigo siendo profundamente optimista con la gente honesta en general, admiro a los países en los que el pueblo monta a los poderes públicos una revolución por una subida de veinte céntimos en los transportes, o a grupos de mujeres como el de FEMEN, que desafían de manera irreverente y a pecho descubierto, nunca mejor dicho, a esta sociedad hipócrita e insolidaria que hemos construido entre todos.

Y sobre todo, nunca pierdo la esperanza de seguir contribuyendo, con mi granito de arena, a construir una realidad cercana, próxima, lejana o remota, absolutamente diferente a la actual, pero mejor. Siempre mejor.        
  

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