Félix Arbolí [colaboraciones].- Nuestra política nacional es un caos por sus continuas corrupciones y su ineficacia en sacarnos de la crisis y la internacional un oscuro y tenebroso túnel sin escape posible. Estamos en el vértice de un tornado que se extiende con demoledora rapidez y terribles consecuencias por los distintos países del mundo.
Según algunos medios de comunicación y libros consultados, la realidad supera al más alarmante y exagerado pesimismo. Me ha horrorizado, esta es la palabra precisa, conocer cómo políticos y banqueros nos manipulan y manejan a través de los poderosos medios de comunicación propios y afines. No es casual que algunos de estos miembros estén afiliados a la reaparecida y pujante Masonería que desde la sombra e incluso sin ocultar ya su presencia, nos domina y marca la pauta.
Me entero que el pasado 18 de mayo se celebró una comida en el Casino de Madrid como despedida a un alto cargo jubilado del Tribunal Supremo, en el que a pesar del secretismo y rigurosa confidencialidad asistencial, se sabe que el exministro de Justicia, Fernando Ledesma, que ofreció el homenaje, manifestó sin tapujos su pertenencia y la del homenajeado a la masonería, aunque en su turno de agradecida réplica éste ni lo confirmara, ni lo desmintiera.

Según datos obtenidos, hasta el año 1940 todos los presidentes del Tribunal Supremo eran masones. Luego en la época de Franco se ocultaron, -por aquella obsesión del Contubernio judeo masónico, que quizás no fuera tan descabellada- , y en la actualidad, miembros destacados de tribunales de justicia, altos cargos políticos, poderosos banqueros y magnates de la prensa, han sacado su “mandil” del armario.
Brazo derecho del NOM, que intenta revivir una nueva novela de ciencia ficción en nuestra sociedad, al estilo de “1984”, “Fahrenheit 451” o “Fuga de Logan”, es el Club “Bilderberg”, cuya última reunión se ha celebrado el pasado mes de mayo en el lujoso hotel “Grove” de Walford, a escasos kilómetros de Londres. A estas reuniones anuales asisten miembros fijos e invitados de turno, pues no siempre se repiten y con los que no comentan los asuntos más importantes y delicados, que sólo deciden ellos.
SECRETISMO
Cada miembro puede invitar a uno o dos personajes y gracias a sus filtraciones se conocen las características de este elitista y misterioso Club que utilizando cualquier tipo de medidas, aspira a conseguir el gobierno mundial, un único mercado, una sola moneda y una sola iglesia universal masónica, por ser la sociedad a la que pertenece un gran número de sus miembros. Su objetivo es implantar un mundo sin dinero, a base de tarjetas inteligentes en sustitución del DNI, para que todos podamos ser controlados.
Llega a tal extremo el secretismo durante sus reuniones anuales que todos sus miembros han de llevar sus propios cocineros, camareros, personal de servicio y de seguridad. En los cuatro días que permanecen reunidos nadie puede acercarse al hotel, que reservan en su totalidad y cuyo coste llega a los diez millones de euros. Parece un relato fantástico, pero es una preocupante realidad que nos lleva al despótico gobierno de un futuro que está a la vuelta de la esquina. La definición más simplista de “Bilderberg” sería: grupo de poderosos hombres de negocio, que se reúnen en secreto y deciden qué va a pasar, por qué, cómo y dónde quieren que pasen. Ellos ordenan a nuestros gobernantes y dirigentes lo que deben hacer en sus feudos y los que se salen de sus normas saben que sus días en el poder están contados. Citan nombres de políticos y acontecimientos que están en la memoria de todos, pero no quiero ahondar más en este espinoso tema.
Comentan que están detrás de guerras, hambrunas y sufrimientos y persiguen la reducción de toda la población en cuatro mil millones hacia el año 2050. Miedo me da escribirlo. Ellos deciden qué países pueden interesar o conviene eliminar y diezmar, convirtiéndonos en el “pim, pam, pum” de una feria donde sólo tomamos parte para divertir a los que a pesar de sus millones no dejan de ser unos insensatos, locos o tarados.
CONTROL DEL MUNDO
El Club “Bilderberg” se constituyó a instancias del príncipe Bernardo de Holanda, en el hotel del mismo nombre, en los días 29 al 31 de mayo de 1954. Sus tres socios fundadores fueron Rothschild, Rockefeller y Joseph Rettinger, un jesuita masón del grado 33. ¡Vaya aldabonazo a las conciencias católicas y a la Compañía fundada por nuestro San Ignacio! Estos detalles hacen dudar a uno, no de la Iglesia de Cristo, sino de la que posteriormente nos legaron los hombres.
Los participantes en este elitista y secreto club no suelen pasar de los ciento veinte, ni bajar de los ochenta, incluidos los invitados. Controlan a presidentes y mandatarios del mundo y establecen cuándo y dónde se debe empezar una guerra, cuánto ha de durar y hasta quién la ganará. Entre sus principales objetivos, la eliminación de la clase media, solo quieren siervos y gobernantes”.
Ahora me explico algunos de los acosos sociales que sufrimos. También he leído que designan peyorativamente a los que pasan hambre como “estómagos inservibles” y son conscientes de que cuanto mayor sea la opresión, mayor será su docilidad. El NOM, al menos así lo creo, es una demoledora plaga que a base de sufrimientos y exterminio, intentan acabar con la oposición del individuo-masa para que no pueda oponerse a sus normas y dictados de dominación universal.
Para satisfacción de curiosos, hay publicadas listas de miembros de este club, así como dirigentes que han sufrido las consecuencias de su desacuerdo con algunas de sus normas y los sucesos ocurridos por las mismas circunstancias. Incluso españoles que asisten a sus reuniones.
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