martes, 16 de julio de 2013

0 comentarios martes, 16 de julio de 2013, 0:03
Francisco M. Navas [colaboraciones].-

Precisamente ahora que está cayendo lo que está cayendo con el asunto Bárcenas, el PP a la deriva sin dejar de mentir, el PSOE zombi dando palos de ciego y todo lo demás, es el momento de detenerse ante una noticia de esas que pasan desapercibidas, pero que esconden una trascendencia capital. Me refiero a ese estudio que se propone realizar la Unión Europea sobre la inclusión del agua como elemento esencial de nuestras sociedades civilizadas y, por tanto, no susceptible de ser privatizado.

En cualquier caso, parece mentira que se haya tardado tanto por parte de los sesudos diputados y diputadas europeos en coger el toro por los cuernos en asuntos tan delicados como éste del agua, bien esencial y sujeto, como casi todo, a las especuladoras y permanentes tensiones del mercado, es decir, de los mercaderes.

¿Recuerdan? Lástima que no se hayan aplicado, por el momento, a meterle mano también a la electricidad y a tantos otros bienes esenciales con los que las compañías privadas nos sangran a diario impunemente. Porque lo del déficit tarifario y todas esas gaitas que nos cuentan desde el gobierno son cuentos de asustaviejas que mucha gente se cree, porque hay mucha gente que se lo cree todo.

Volvamos al tema que nos ocupa, que no es el agua, sino las privatizaciones. En muchos municipios, en muchas Comunidades Autónomas y, sobre todo, en el primer gobierno del señor del bigote, sí, de Aznar, el del inglés fluido, el que hablaba catalán en privado, las privatizaciones han sido la tónica común de los que no saben hacer otra cosa que malvender lo que nos pertenece a todos los españoles, con objeto de hacer caja, es decir, tener dinero contante y sonante para destinarlo a otros usos.

Lo que nadie explica es cómo funciona una privatización: primero, se busca dinero en las arcas públicas para diseñar y construir tal o cual estructura o infraestructura, llámese hospital, carretera, depuradora o similar, y cuando el gasto gordo, el del montón de millones está hecho, entonces se comienza con los rumorcillos de que aquello no es rentable, de que le está costando mucho dinero a los ciudadanos, de que hay que privatizarlo, en suma.
NEGOCIO REDONDO

Todo esto, a la postre, se convierte en un negocio redondo. Porque no es lo mismo construir un hospital, dotarlo de máquinas, personal, utillaje, etc., con fondos privados y que después sea esa misma empresa la que lo ponga en marcha a través de un concierto con el Estado o la Comunidad Autónoma de turno, que construir un hospital con los fondos públicos y cedérselo después por un módico alquiler a los tiburones financieros que nada arriesgaron en su puesta en marcha, pero que sí se encargarán de sacarle aquello el beneficio deseado.

Madrid es el paradigma de este tipo de actuaciones. Se malgastan cientos de millones de euros construyendo no sé si cinco o seis nuevos hospitales que tal vez no eran necesarios para, a continuación, anunciar a bombo y platillo que no son rentables y que se van a privatizar a empresas de amiguetes que llevan ya tiempo afilando la navaja toledana.

Para quien todavía no lo tenga claro, hay servicios que deben ser necesariamente públicos, aunque sean deficitarios, porque son el sostén imprescindible de una sociedad que defiende la igualdad de oportunidades".

Les pongo algunos ejemplos: es imprescindible que todos los días salga un tren de Cádiz en dirección a Madrid, aunque vayan en el sólo el maquinista, el personal de a bordo y una anciana con su perro, porque aunque sea a todas luces deficitario ese viaje, existe un pequeño matiz: las vías, el tendido eléctrico, los vagones, las señalizaciones del camino y todas y cada una de las estaciones en las que ese tren se detendrá las hemos pagado todos los españoles con nuestros impuestos, no RENFE.

REGALAR DINERO A LA BANCA

Y si se quiere privatizar el tren, lo lógico sería preguntarles a todos los españoles qué piensan de ello, porque a lo mejor dicen que no, que lo que quieren es que esa anciana siga pudiendo viajar a Madrid con su perro a ver a su nieta.

Con nuestros impuestos se construyen las carreteras, los aeropuertos, los puertos, las escuelas e institutos, las universidades, las depuradoras y las presas, etc., etc., etc. Y si alguien quiere crear una empresa privada sobre tal o cual cosa, que se rasque el bolsillo y se monte su propia infraestructura.

Yo no estaría en contra de que alguien pagase un canon a RENFE, es decir, a España, por poder utilizar sus vías usando trenes de su propiedad y contratando él su propio personal. Esto ya se hace en el perverso mundillo de la telefonía móvil, y nadie se escandaliza. Los nuevos operadores utilizan las más de las veces las antenas de Telefónica, previo pago del correspondiente alquiler.

Si hay que ahorrar dinero de algún sitio, no lo hagamos de los servicios públicos esenciales, porque se producen daños prácticamente irreversibles que acabarán afectándonos a todos, tarde o temprano". 

Hay otros muchos sitios de los que ahorrar: políticas absurdas de defensa, dietas y desplazamientos de políticos y organismos oficiales, inexplicables subvenciones millonarias a la iglesia católica o a los sindicatos y partidos políticos, por poner algunos ejemplillos tontos.

No obstante, según el decálogo del buen ahorrador, defensor a ultranza de lo público, lo que nunca, nunca, nunca se debe hacer es regalarle cuarenta mil millones de euros a la banca. ¿No les parece?    
   
   
   


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